lunes, 1 de enero de 2018
CAPITULO 25
Por fin se arreglaron y bajaron al comedor. Todavía llegaron a tiempo para la cena, por desgracia, Lucila se sentó al lado derecho de Pedro, y Leonel al lado de ella.
A Paula no le gustó mucho la idea, pero no dijo nada. Prefirió hablar con Pedro y dedicarse a saborear la deliciosa cena.
Pedro se volvió hacia ella y comentó:
—Lucila me preguntaba por tus hermanas.
Paula se volvió hacia la mujer en cuestión.
Lucila era muy guapa, su maquillaje era perfecto y llevaba el pelo de tal forma que ningún hombre se sentiría intimidado a la hora de despeinarla.
Lucila le sonrió y repuso:
—Conozco a tus hermanas mayores. Siempre las he envidiado, yo soy hija única. Ellas siempre se divertían, jugaban juntas, siempre pasaban buenos ratos. Nunca llamé su atención. Yo deseaba ser su amiga, pero ellas no necesitaban a nadie más.
Paula no acertaba a decir nada. Ahora resultaba que ella les tenía envidia a sus hermanas, que a su vez la envidiaban a ella. ¡Qué ironía! Paula dijo:
—Ellas pensaban que tú eras tan guapa y segura de ti misma, que no necesitabas a nadie más.
—Todos necesitamos a alguien —dijo Lucila con seriedad.
Algunos de los comensales oyeron la conversación y añadieron comentarios. Hablaron de la amistad y del amor.
Paula estaba sorprendida al escuchar que todos en cierta manera se habían sentido solos. Entonces se dio cuenta de lo afortunada que había sido de nacer en su familia, donde siempre había contado con el apoyo y la compañía de personas a las que realmente les importaba.
—Mi familia también está muy unida —agregó Pedro—. Son los Alfonso, de Ohio.
Paula comprendió que también compartían esas experiencias.
Cuando terminaron, como de costumbre, los hombres pasaron a la otra habitación, donde se les serviría café y licores. Las mujeres se quedaron haciendo sobremesa.
Lucila pudo hablar a solas con Paula:
—Sé muy bien por qué montaste al pinto. Pero no tienes ningún motivo para preocuparte por mí. Pedro te ama.
—Hizo el amor contigo —repuso Paula como una chiquilla.
—En realidad no, sólo practicamos el sexo —replicó Lucila.
—Creo que siente mucha nostalgia de vuestra relación. Él ha sufrido por ti.
—Soy mayor que él. Una de sus primeras aventuras. Fue conveniente. Él es todo un caballero, y sintió que debía responderme como tal, pero en realidad mis sentimientos hacia él no eran tan intensos.
—¿No lo amabas?
—En ese tiempo, yo no tenía a nadie más. Él fue muy bueno conmigo. Jugábamos al bridge, montábamos, siempre ha sido un gran compañero.
—Pero… si no te importaba, ¿por qué lo… utilizaste todo ese tiempo? ¿Por qué no le confesaste tus verdaderos sentimientos?
—Bueno, yo se lo presenté a Leonel. Pedro y yo nos conocemos desde hace varios años. Los dos caímos en esa especie de aventura. Y como te he dicho, fue conveniente en ese tiempo. Pedro aún no te conocía.
—¡No podía verme porque tú estabas ahí, acaparando toda su atención!
—Él es un hombre bastante arraigado a las costumbres, y se sentía responsable de mí por el sólo hecho de que andábamos juntos. Leonel dijo que tú estabas enamorada de él, así que decidí terminar la relación. Creo que estáis hechos el uno para el otro, y además, él te ama de verdad.
—¿En tan poco tiempo?
—Curiosamente, sí —respondió Lucila con una sonrisa muy melancólica. Paula se dio cuenta de la gran tristeza que había en su mirada.
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CAPITULO FINAL
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